Tres voluntarias explican las razones para dar su tiempo a los demás sin esperar una retribución económica
26.04.09 -GERARDO ELORRIAGA
Leire Abel reconoce que hace cuatro años vivía cómodamente en su burbuja, un mundo plácido formado por el círculo familiar y los amigos, los estudios de Secundaria y las fiestas de fin de semana. Fue entonces cuando su profesor de Religión le propuso una experiencia puntual tan sencilla como compartir su tiempo con los mayores de la residencia bilbaína de la calle Zabala y jugar con los niños del barrio, una labor que lleva a cabo la Fundación Adsis. «Me quedé prendada», confiesa. «Lo hice y no pude desvincularme». Desde entonces, colabora con este programa de tiempo libre y admite que su vida ha cambiado. «Ya no puedo limitarme a aquel pequeño espacio».
El caso de María Jesús Serna es completamente diferente. Ella siempre quiso trabajar en algo relacionado con el apoyo a personas y se interesó por un anuncio de Cruz Roja que solicitaba colaboradores. «Mis hijos ya eran mayores y suponía una buena oportunidad», recuerda y admite que acudió a su primera cita en la organización sin tener gran idea de lo que quería o podía hacer. Nada que ver con la resolución de Rebeca Sanz. «Me motiva luchar contra la exclusión, directamente y a través de una actividad con niños», explica. «Así que elegí Cáritas porque es una ONG fuerte». NOTICIA COMPLETA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario